A finales de los 90, los emprendedores convivían con la crisis

La economía y la política han marcado la evolución del emprendedor ecuatoriano en los pasados 20 años. En la década de 1990 estos soñadores enfrentaban dificultades para encontrar recursos económicos, buscaban oportunidades en sectores como la tecnología o la agricultura y se enfocaban en el mercado local.

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PEDRO MALDONADO O.  (I) redaccion@revistalideres.ec

La economía y la política han marcado la evolución del emprendedor ecuatoriano en los pasados 20 años. En la década de 1990 estos soñadores enfrentaban dificultades para encontrar recursos económicos, buscaban oportunidades en sectores como la tecnología o la agricultura y se enfocaban en el mercado local.

Los emprendedores eran universitarios o jóvenes profesionales con edades comprendidas principalmente entre los 17 y los 32 años; 8 de cada 10 decidían emprender en la ciudad en la que vivían. Laos hombres eran mayoría y la actividad emprendedora era vista como un último recurso. El emprendedor desarrolló su actividad soportando crisis políticas y económicas que lo han hecho madurar, dice Gary Flor, coordinador del Centro de Emprendimiento (Cesek).

Para Wilson Araque, director del Observatorio de la Pequeña y Mediana Industria de la Universidad Andina Simón Bolívar, el emprendedor ecuatoriano ha transitado en tres momentos. En el primero (1997-2002), predominaron emprendimientos de emergencia para la subsistencia familiar. “Muchos emprendedores –en un escenario de crisis económica, congelamiento de fondos financieros y de cambio de moneda-, si no migraron al exterior desarrollaron actividades que lo que buscaban era generar un ingreso para subsistir”. La innovación no era una prioridad.

En esa etapa predominaron actividades de carácter comercial. “Entre 1997 y 1999, las tasas de interés llegaron incluso a niveles mayores al 100% y más que emprendimiento lo que esto estimulaba era a la especulación financiera”. Por eso, añade Araque quienes tenían ahorros preferían hacer inversiones financieras antes que emprender.

Por su parte, Flor recuerda que las iniciativas de esa época priorizaban el precio en lugar de la calidad, el servicio era visto como un costo y no se tenía clara la fórmula de la productividad. Aún así hubo emprendedores que apostaron por sectores específicos y que demandaban una mayor especialidad. Así lo recuerda Ernesto Kruger, fundador de Kruger Labs. Él comenta que la década de 1990 Ecuador tuvo grandes iniciativas en tecnología para el sector financiero. “También hubo propuestas en sectores como la construcción y la agroindustria”. Araque añade que entre 2003 y 2010 se dio un segundo momento, una vez que la economía se estabilizó por influencia de la dolarización, las tasas de interés se ubicaron por debajo del 10%. “Esto motivó, a que los ahorristas empiecen a ver al emprendimiento como una opción de inversión con fines productivos”. Así empezaba una nueva era.

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La gana de conquistar mercados globales marca el camino

Los aprendizajes de los 90 y las nuevas tecnologías de inicios del siglo XXI dieron a luz a un emprendedor con una visión más amplia y con ganas de conquistar el mundo. Este héroe moderno dejó de mirar solo al mercado local y fijó sus metas en la región, el continente y el globo entero.

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REDACCIÓN QUITO (I)

Los aprendizajes de los 90 y las nuevas tecnologías de inicios del siglo XXI dieron a luz a un emprendedor con una visión más amplia y con ganas de conquistar el mundo. Este héroe moderno dejó de mirar solo al mercado local y fijó sus metas en la región, el continente y el globo entero.

El emprendedor evolucionó y desarrolló nuevas habilidades. “Se globalizó, se apoyó en las TIC, se capacitó más, dentro y fuera del país”, dice Ernesto Kruger, fundador de Kruger Labs. Los milenial o la generación Y se incorporaron al mundo empresarial y trajeron nuevas maneras de ver los negocios. “Nos encontramos con emprendedores muy colaborativos, que no tenían recelo de aliarse con la competencia. Así se generó la ebullición de ecosistemas de innovación abierta. Las incubadoras son el mejor ejemplo”, describe Kruger.

Si en los 90 la economía fue un freno para los emprendedores, la estabilidad de la primera década de este siglo permitió que las ideas y los emprendimientos se multiplicarán en el país. Por eso Wilson Araque, del Observatorio de la Pyme de la Universidad Andina, sostiene que entre el 2011 y el 2017 se dio un tercer momento, uno en el que la bonanza generada por los precios del petróleo generó oportunidades para emprendimientos.

Como ejemplo, Araque menciona que la dinamización de sectores como la construcción permitió que los emprendedores desarrollaran productos complementarios. El problema fue que una vez terminada esa bonanza esas actividades emprendedoras cayeron. Araque recuerda que en ese período de abundancia se habló de estimular la creatividad e innovación emprendedora, pero se concretó poco. “Del 2011 para acá podemos hablar de un período perdido en materia de estímulo de la creatividad e innovación emprendedora, ya que se tuvieron los recursos, pero no se crearon lo mecanismos efectivos que conviertan a esos recursos en medios para crear las bases del desarrollo de emprendimientos de oportunidad y no de necesidad”.

Hoy en día Ecuador mantiene el Índice de Actividad Emprendedora Temprana (TEA) más alto de la región y a escala global es el segundo país más emprendedor, después de Burkina Faso, según el Global Entrepreneurship Monitor 2016 (GEM).

Esto no es una buena noticia. Primero porque el impacto de los emprendimientos en la generación de empleo es menor. Siete de cada 10 emprendimientos son unipersonales y con bajas expectativas de generación de puestos de trabajo. Además se detectó un estancamiento en la internacionalización. El 92% de los emprendimientos de la TEA no tiene clientes internacionales. Y una tercera tarea es mejorar el acceso a fuentes de financiamiento.

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