El país pasó de su crisis más severa a un nuevo ‘boom’

La economía ecuatoriana pasó en las últimas dos décadas de su crisis más severa a un ‘boom’ petrolero solo comparable con el registrado en la década de los 70 y entre estas hubo variaciones ocasionadas por factores externos. Eso ocurrió con un factor adicional y singular: el cambio del sucre por el dólar.

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La economía ecuatoriana pasó en las últimas dos décadas de su crisis más severa a un ‘boom’ petrolero solo comparable con el registrado en la década de los 70 y entre estas hubo variaciones ocasionadas por factores externos. Eso ocurrió con un factor adicional y singular: el cambio del sucre por el dólar.

El uso de la moneda estadounidense sin duda marcó a la economía nacional en sus distintos ámbitos como el comercial, financiero, finanzas públicas, industrial, entre otros. El dólar generó estabilidad para proyectarse en el mediano y largo plazos en las inversiones, créditos, salarios, transacciones..., lo que posibilitó la expansión de actividades comerciales, construcción, entre otras.

Por otro lado, obligó a que los empresarios busquen nuevas e innovadoras estrategias para mejorar su competitividad y no depender de las devaluaciones para reducir sus precios de venta en el exterior. En la actualidad, acuden al mejoramiento de la calidad, inversiones tecnológicas, nuevos productos y/o apertura de nuevos mercados.

Lo que no cambió en estas dos últimas décadas es la dependencia petrolera que tiene el Ecuador. Las variaciones internacionales del precio del crudo siguen marcando el desempeño de las finanzas públicas y se reflejó, sobre todo, en el gobierno de Rafael Correa porque el sector público se convirtió en el principal actor económico.

Al reducirse los ingresos petroleros, el país enfrentó una recesión que afectó a todos los sectores. La repuesta del Gobierno fue acudir al endeudamiento.

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Ecuador, atado al endeudamiento Público durante dos décadas

La dolarización (2000) sin duda se constituye en un punto de quiebre en el manejo de las finanzas públicas. Antes de la muerte del sucre, el país soportó una severa crisis, que incluso tuvo sus orígenes en el primer ‘boom’ petrolero de los años setenta, que provocó desajustes económicos en los años ochenta y noventa, con permanentes déficits fiscales.

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Xavier Basantes r. (I) redaccion@revistalideres.ec

La dolarización (2000) sin duda se constituye en un punto de quiebre en el manejo de las finanzas públicas. Antes de la muerte del sucre, el país soportó una severa crisis, que incluso tuvo sus orígenes en el primer ‘boom’ petrolero de los años setenta, que provocó desajustes económicos en los años ochenta y noventa, con permanentes déficits fiscales.

En dicha época la economía nacional sufrió impactos internos y externos: guerra con el Perú (1995), Fenómeno de El Niño (1997), deslave de La Josefina (1993), el ‘crack financiero’ (1999). En lo internacional influyeron las crisis de México (1994), Asia (1997) y Rusia (1998).

Precisamente a lo largo de las últimas dos décadas, el nivel de endeudamiento del país ha surgido en gran medida por la necesidad de financiar los déficit, que han vulnerado la sostenibilidad de las finanzas públicas. El nivel más alto de la deuda se registró durante la crisis de 1999 y bajó a partir del 2000 (ver gráfico), con la Ley Orgánica de Responsabilidad y Transparencia Fiscal.

Los organismos multilaterales de crédito se han constituido en las principales fuentes de financiamiento de los diferentes gobiernos. En ese sentido, la suscripción de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en el 2003 se constituye como el convenio más emblemático suscrito con los multilaterales por el nivel de compromisos asumidos; aunque en la última década China subió al podio de los principales acreedores (a septiembre del 2017, el saldo era de USD 7 534,6 millones); y además se suman las preventas petoleras como fuentes de financiamiento.

Debido a la importancia de los ingresos petroleros -y al aumento constante del precio a partir del 2000- se crearon cuentas y fondos específicos (Feirep en 2002, que pasó a ser Cereps en 2005 y contenía al FAC; y Feiseh en 2006), con objetivos claros, como por ejemplo recomprar deuda pública, financiar proyectos hidroeléctricos, entre otros.

No obstante, esos fondos se eliminaron en 2008, con la finalidad de liberar los recursos acumulados para destinarlos en su totalidad a proyectos de inversión pública; y, permitir que los recursos posteriores ingresen directamente al Presupuesto para su administración directa.

A partir del 2007 y con más recursos liberados de los fondos y el precio del crudo al alza -que llegó a superar hasta los USD 100 por barril-, el gasto público y la inversión pública aumentaron. Un ejemplo: el peso del gasto de inversión del Gobierno en el PIB en el 2006 era del 2,8% y en el 2014 pasó al 9,3%.

Si bien el endeudamiento se ha constituido en el músculo de financiamiento del Gobierno, la recaudación de impuestos también ha contribuido. Los ingresos tributarios representaron en promedio, durante el período 1990-1999, el 30% de los ingresos, y entre 2000 y 2017, cerca del 40%. La recaudación de impuestos muestra un alza progresiva en términos del PIB desde el 2000, debido, entre otros factores, al crecimiento de la economía; reformas tributarias orientadas a elevar la recaudación; salvaguardias; mayor gestión del SRI y, buenos precios de exportación del petróleo, que influyen en la recaudación del impuesto a la renta y el IVA.

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Dos protagonistas en el sector energético

El sector energético en el Ecuador muestra dos particularidades en estos 20 años: más dependencia de la industria petrolera y un despunte de la generación hidroeléctrica en la última década.

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XAVIER BASANTES R. (I) redaccion@revistalideres.ec

El sector energético en el Ecuador muestra dos particularidades en estos 20 años: más dependencia de la industria petrolera y un despunte de la generación hidroeléctrica en la última década.

En el caso del sector petrolero, el período 1997-2017 se ha caracterizado por alzas y descensos del precio en el mercado internacional. Este comportamiento ha sido el resultado de la variación de la oferta y demanda, debido a razones geopolíticas, fluctuaciones del dólar, el incremento de la explotación a través de fracturación hidráulica (‘fracking’), fenómenos climáticos y hasta factores especulativos.

Para adaptarse mejor en ese vibrante mercado del ‘oro negro’ y acceder a mayor información, Ecuador retornó a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en el 2007 (ingresó por primer vez en 1973 y se retiró en 1992). No obstante y en el balance global de la última década ser miembro se constituye en una camisa de fuerza, por las limitaciones de producción que impone el cartel, para mantener a flote los precios del crudo.

Desde el 2004, los precios subieron por los efectos de los huracanes -como el Katrina-, en las instalaciones petroleras; el crecimiento en la economía de los países emergentes y en los industrializados, y por el auge de la construcción (que terminó en una burbuja especulativa y al reventar hizo que los inversionistas se interesen por los ‘commodities’ como el oro y el petróleo, que hizo subir el precio a USD 147 por barril, en julio de 2008).

Pero, desde agosto, las crisis económicas y financieras en los países industrializados ocasionaron una caída en la demanda de energía, llevando el precio del crudo a un mínimo de USD 32 por barril en diciembre de 2008.

No obstante, a partir del 2010 y hasta el 2014, los precios se recuperaron (ver gráfico). Y desde el 2015, los precios bajaron.

Más allá de visualizar el comportamiento del mercado, este sector -incluyendo la explotación y la refinación del crudo- tiene una importante participación en el PIB. La tasa más alta la alcanzó en el 2004, con un 37%, como consecuencia del inicio de operaciones del OCP.

En materia hidrocarburífera, la nueva meta que se plantean las autoridades es alcanzar una producción diaria de 700 000 barriles hasta el año 2021. Hasta el 2017 la producción promedio es de 118 000 barriles en las empresas privadas y 422 000 en la estatal empresa Petroamazonas.

En los últimos dos años, la generación hidroeléctrica ha tenido un mejor desempeño, aunque no se cumplió el plan previsto por el Gobierno: poner a funcionar ocho proyectos, entre el 2015 y 2016. Hasta el primer trimestre del 2017, tres fueron inaugurados y cinco tenían retrasos.

La potencia de estas ocho centrales suma 2 832,4 megavatios (MW); el 72% corresponde a tres hidroeléctricas que entraron en operación. La más grande fue la hidroeléctrica Coca-Codo Sinclair (1500 MW), que entró a operar el 2016. También, lo hicieron Sopladora, (487 MW), y Manduriacu (65 MW). Aunque, debido a la crisis, Ecuador puso a la venta los proyectos Sopladora, Ocaña y Manduriacu.

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El sector financiero superó su crisis

Hace dos décadas el sector bancario estaba a punto de atravesar por su peor crisis, que generó el mayor sismo económico registrado en el Ecuador. Durante este tiempo ha pasado por un proceso de recuperación, innovación y consolidación.

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Pasó por cuatro etapas, resume el director ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados (ABPE), Julio José Prado. La primera empezó en 1997 y finalizó en 1999 con la crisis del sector, “que se dio por deficiencias en la regulación y manejo de ciertos bancos. Además, hubo problemas en el entorno como el Fenómeno de El Niño...”.

La segunda fue entre el 2000 y 2006. Fue una fase de recuperación económica impulsada por la dolarización. Prado dijo que la supervisión y regulación bancaria fue más moderna y se consideraron elementos de modelos internacionales como Basilea. “Eso posibilitó que el sector bancario se robustezca”.

La tercera etapa, dice este representante gremial, está ligada a la primera parte del gobierno del expresidente, Rafael Correa. Fue entre 2007 y 2014, en un período de un importante crecimiento económico, “pero coyuntural. Creemos que se adoptaron medidas políticas para reducir la influencia de la banca en la economía ecuatoriana”.

Para Prado, algunas acciones fueron adecuadas para robustecer al sector, “pero la supervisión y control fueron demasiado grandes y comenzaron a asfixiar a la banca, con el Código Orgánico Monetario y Financiero”.

Él considera que mientras la economía crecía no se sentían los efectos de estas decisiones de supervisión y control, pero cuando empieza la cuarta etapa, que es la última crisis, la situación fue diferente.

El sistema bancario privado aprendió las lecciones de la crisis de 1999 y evitó tomar riesgos innecesarios que generen un riesgo sistémico, asegura Prado. Pone como ejemplo, lo ocurrido entre el 2014 y 2015 con la última recesión del país que “encontró un sistema fuerte y bien apalancado y consolidado”.

Los bancos privados tienen 10 millones de cuentas de ahorro y corrientes abiertas y unos seis millones de clientes. En 1997 funcionaban 44 bancos y, en la actualidad, existen 24.

En los últimos 20 años, las cooperativas se convirtieron un importante actor del sistema financiero nacional. Según el director de la Unión de Cooperativas de Ahorro y Crédito del Sur, Juan Pablo Guerra, estas entidades pasaron de representar menos del 1% del total de activos del sector a contar con el 28%.

Guerra destaca la redistribución de la riqueza. “Los recursos que son tomados en las zonas rurales son invertidos en esas mismas zonas”. De acuerdo con cifras de la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria, de cada USD 1 que captan las cooperativas en las zonas con mayor ruralidad colocan 1,47 en esos mismos sectores.

Ese factor más la confianza, capacitación y otros permitieron que el sector crezca, señala Guerra. En la actualidad, 6,1 millones de ecuatorianos son socios de las 641 cooperativas que funcionan en el Ecuador.

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El dólar modificó al comercio exterior

El dólar cambió al comercio exterior ecuatoriano por la estabilidad que brindó y por la recuperación económica del país, pero también representó cambios de estrategias de exportación.

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“Los empresarios entendieron que no es posible ser competitivo por las devaluaciones sino con productividad, calidad, innovación…”, dice el presidente ejecutivo de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), Daniel Legarda.

Según Legarda, el sector productivo trabajó en las variables duras de la competitividad como mejorar la infraestructura, promoción, apertura de mercados, reducir costos, invertir en tecnología, calidad, entre otras.

Él reconoce que hubo apoyo del sector público, “pero los cambios no se dieron a la velocidad que se requiere”. En las últimas dos décadas, la oferta exportable ecuatoriana creció y los mercados se diversificaron. El número de productos nacionales que se venden al exterior pasó de 1 500 hace 17 años a más de 3 000, en la actualidad.

Legarda dice que, si analizan los ítems que representan ingresos superiores a USD 100 000 anuales, la oferta exportable subió de 450 productos a cerca de 950. En el caso de los mercados aumentó de 130 a 160 países.

Eduardo Ledesma, presidente de la Asociación de Exportadores de Banano de Ecuador, coincide que los mercados se ampliaron y su sector aumentó la productividad de menos 1 000 cajas por hectárea a 1 800 cajas, en las últimas dos décadas.

Agrega que se mantuvo el liderazgo del banano nacional a nivel mundial y se amplió el área de cultivos. Para él, esos resultados se concretaron gracias al esfuerzo privado, que tuvo el apoyo de los sectores financiero y público, sobre todo, para las empresas consolidadas.

Iván Ontaneda, presidente del Directorio de Fedexpor y miembro del Directorio de la Asociación Nacional de Exportadores e Industriales de Cacao del Ecuador, tiene una lectura sobre estos 20 años. Según él, en comercio exterior y, en especial, en exportaciones hay tareas pendientes por parte del sector privado y del público. “Nos hace falta un plan estratégico elaborado entre los dos sectores, que nos permita tener una visión estratégica a futuro. Lo que hizo Perú en el 1997 cuando pensó en qué sectores iban a crecer hasta el 2020”.

Ontaneda resume que el Ecuador necesita una visión a mediano y largo plazos para saber cuáles productos tienen ventajas competitivas versus otros países y, sobre todo, qué necesita el mercado internacional. También, se requiere de más acuerdos comerciales importantes como el logrado con la Unión Europea y estamos rezagados frente a Chile, Perú, Colombia...

En el caso de las importaciones, el gerente en Guayaquil de Home Vega, Oswaldo Calero, dice que la dolarización ofreció estabilidad para comprar en el exterior y ofrecer un precio fijo a los clientes, quienes tuvieron la tranquilidad para hacer proyecciones de gastos y endeudarse para adquirir bienes. “Las facilidades para importar siempre hubo, pero el dólar quitó la zozobra de las devaluaciones”.

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